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jueves, noviembre 26, 2020

José Israel Núñez Henríquez .- Los Titiriteros De La Fe {Artículo}

 



¿Cómo puede un líder religioso evangélico destruir la autonomía personal y en consecuencia secuestrar la voluntad de la feligresía? Las técnicas de persuasión coercitivas son tan efectivas que se propicia un control indiscutible sobre la espontaneidad de las personas, se les llega a hacer creer que todo lo que realizan es producto de una elección propia, la gente presume que su libre albedrío no es alterado sino más bien son motivados a un cambio de vida determinante. Pero ese cambio tiene un precio, precio que se les enseña a creer que es irrelevante en comparación a las supuestas dádivas emanadas desde el cielo. La mentalidad consumista ha conquistado todos los espacios de la vida cotidiana que no dependen del intercambio comercial solamente. Empleando las técnicas básicas del marketing para posicionar un producto, en “el producto evangelio de la prosperidad”; estos pseudo lideres evangélicos han hecho que las personas se vuelvan compulsivas a consumir en sus maratónicas, campañas o programas televisados la creencia absoluta de “obtener milagros a cambio de dar una ofrenda”, ofrenda que es proporcional al tipo milagro que se desea, recordemos que el perfil psicológico de un comprador compulsivo esconde a una persona con problemas emocionales y personales que intenta suplir esos vacíos mediante el consumismo, lo que significa que estos fabricantes de ilusiones han estudiado la psiquis de los creyentes para manipularles sin el menor remordimiento. Por lo general, a los creyentes se les hace hincapié que existe un abanico amplio de problemas en el hogar del cual son incapaces de resolver por sí mismo y que solo los “poseedores de la unción divina” pueden ser los intercesores autorizados para que Dios les haga un milagro exprés, se explota al máximo la sensibilidad emocional, acompañado de música y luces que predisponen y condicionan al adepto a través de un control de estímulos. En ocasiones la construcción del cuento inicia con una historieta en afirmativo, el expositor (el supuesto milagrero) relata que ve en una “especie de visión alterna o revelación”: “a una persona con cáncer y que en ese momento recibe el alivio total y milagroso a su estado patológico pero que por haber –sembrado la semilla al instante- lo pudo obtener” (por cierto, que nuca se presentan tales individuos con el comprobante clínico para dar fe y autenticidad a tal acto). En escenarios críticos a nivel social y económico, donde la población es más vulnerable y desea afanosamente un estilo de vida impuesto por la presión de la sociedad e inventado por el mercado, se comprende que las masas de personas sumergidas en la angustia, la depresión, la desesperación y la falta de recursos, sean impulsadas a sacrificar lo que sea para alcanzar “las promesas de Dios”. Los titiriteros de la fe tiran de los hilos emocionales cuando predican sin descaro la avaricia como un camino de santidad, donde enseñan sin escrúpulos: “Deje de pedir a Dios por un aumento salarial, pida a Dios lo transforme en un empresario para que usted genere empleos con salarios competitivos”, “Dios es tu socio, si quieres ganar más dinero, tendrás que invertirlo todo aquí”, “ser pobre es pecado”, ”No se quede por fuera pues vienen desprendimientos financieros inusuales” “si usted confiesa que es próspero, usted no será más pobre”, “Desafía a Dios, hay una unción en este lugar”, “Viene un tiempo especial en tu vida”, “Jesús quiere que usted sea rico y para eso usted debe sacrificarse por él”, todos estos slogans los utilizan persistentemente pero los pregonan estratégicamente como si fuera el ultimo día del mundo sin embargo, adolecen de credibilidad a la luz del evangelio, de las escrituras, ni Jesús ni sus discípulos anduvieron “vendiendo” u ofreciendo falsas ilusiones sobre un tipo de enriquecimiento o de afanarse por la prosperidad, Jesús nunca pidió NADA por sus servicios, atenciones, por manifestar su amor para con la humanidad. Podría alguien demostrar, ¿cuánto solicitó Jesús a cambio de impartir el sermón del monte?

El germen de el ansia por la prosperidad se ha introducido en las relaciones familiares, en la política, en la religión, en la educación, en el tiempo libre y la vida espiritual. La lógica funcional e instrumental transforma también los modos de vivir la fe y de expresar la religiosidad. Entonces, a los adeptos se les vuelve adictos a la obtención de milagros que pueden adquirir con sus ofrendas sin límites y con ello se apartan de la búsqueda de su auténtica salvación. Las víctimas son llevadas a un status quo de sometimiento cuyo fin es el adoctrinamiento y colecta de dinero hasta exprimirlos económicamente pero, la sugestión es tan poderosa que los sujetos creen en términos absolutos en la promesa de una inversión efectiva cuyo garante es Dios y por consiguiente los réditos serán inversamente proporcionales, es como si el sujeto debe participar de una bolsa de valores espiritual, quién da más, con límite de tiempo y continuamente transformará su calidad de vida, el individuo es llevado a un fanatismo extremista.  

¿Qué impulsa a la gente a ser tan dócil y a no dudar de las orientaciones de sus líderes?, lo que “engancha” a las personas al “producto prosperidad” es la rentabilidad, la productividad, el beneficio personal, el sentido de pertinencia, el formar parte de un grupo exclusivo dentro de la sociedad y la inmediatez. Por infortunio, los mercaderes del evangelio ofrecen un dios a la medida de los consumidores desesperados por “soluciones milagrosas” que “tienen su precio”. Se construye a las personas y al dios de turno por su eficacia, utilidad y funcionalidad. Existe así un terreno fértil para que las diversas denominaciones que ofrecen prosperidad material sean las “Iglesias” más exitosas y se presenten como las portadoras de la mayor “unción” o las más bendecidas y elegidas por Dios para el tiempo presente.


José Israel Núñez Henríquez

El Autor estudió:

Ingeniería Agronómica

Derecho con énfasis empresarial

Psicología General

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