David Lankes. “Ampliemos expectativas: exijamos bibliotecas mejores para lidiar con la complejidad del mundo actual“. Valencia: Col·legi Oficial de Bibliotecaris i Documentalistes de la Comunitat Valenciana (COBDCV), 2020 La primavera árabe había llegado a Egipto. A principios de 2011, después de una revolución exitosa en Túnez, los egipcios tomaron las calles para exigir reformas a un régimen gubernamental que llevaba en el poder casi 30 años. Si bien gran parte de los medios de comunicación se fijaron en los manifestantes que ocuparon la Plaza Tahrir en la capital egipcia de El Cairo, numerosas protestas comenzaron en la ciudad portuaria de Alejandría. En Alejandría, como en El Cairo, personas de todas las generaciones y niveles socioeconómicos se amotinaron para exigir libertad, justicia y equidad social. En un intento por restaurar la constitución, lo que se vio principalmente como un levantamiento pacífico provocó la muerte de al menos 846 personas y 6.000 heridos en todo Egipto. El 28 de enero a las 6 p. m., después de que se abrieran las cárceles, liberando a asesinos y violadores, toda la seguridad se retiró de la ciudad de Alejandría y pandillas itinerantes de saqueadores salieron a las calles para aprovechar el caos. En Alejandría, la violencia y el saqueo devastaron edificios gubernamentales y, donde antes había oficinas, solo quedaron escombros quemados. Los manifestantes fueron de edificio en edificio derribando los símbolos del poder corrupto y la Biblioteca de Alejandría se colocó en el punto de mira de algunos de ellos y de algunos saqueadores. El presidente Mubarak, el foco de la revuelta, había abierto la biblioteca moderna en 2002 con un coste de alrededor de US$220 millones. Según el sitio web de la biblioteca, Mubarak la construyó para «recuperar el espíritu de apertura y erudición de la original», la famosa Biblioteca de Alejandría, una de las maravillas del mundo antiguo. Cuando resultó evidente que la Biblioteca de Alejandría podía estar en peligro, los manifestantes se unieron y la rodearon. Su objetivo no era atacarla o asaltarla, sino protegerla. Durante las protestas y los saqueos, los manifestantes (mujeres, hombres y niños) se mantuvieron firmes y protegieron la biblioteca. Básicamente, la recuperaron para la gente. Una vez se calmó la revuelta, cuando el presidente Mubarak dimitió y los manifestantes celebraron la victoria en todo el país, no se rompió ni una ventana de la biblioteca ni se lanzó una piedra contra sus paredes. ¿Por qué, mientras se derribaba el régimen, los egipcios protegieron la biblioteca?... ... Cuando intentamos averiguar porqué, descubrimos que hay un poder en las bibliotecas y los bibliotecarios que va más allá de la tradición, los edificios y los libros. No se protesta para evitar el cierre de bibliotecas ni se las protege, incluso durante revueltas y disturbios, para conservar las colecciones bibliográficas o a las columnas y la arquitectura. Para encontrar la respuesta a este enigma, hay que mirar más allá de los edificios y los libros y centrarse en los profesionales que, a lo largo de la historia, han servido a la más alta vocación de la humanidad: aprender.... |
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