En mi dedo el anillo, la guirnalda nupcial mi sien decora; de sedas y diamantes busco el brillo, y soy feliz ahora. Y mi señor me brinda amor seguro; pero al decirme ayer cuánto me adora, tembló mi corazón, como al conjuro, de “quien cayó en la guerra”, al pie del muro, y que es feliz ahora. Pero él tranquilizome, y en mi frente besó la palidez que lo enamora. Y he aquí que en un ensueño, vi presente, al muerto D’Elormy: -suyo, en mi frente, fue el beso; y suspiré (¡cuán dulcemente!): “-¡Ah, soy feliz ahora!” Y si pude otorgar palabra nueva, así el voto juré, y aunque traidora, y aunque un luto de amor el alma lleva, vean brillar ese anillo que “me prueba” que soy feliz ahora. ¡Ah! ilumíneme Dios aquel pasado, pues si sueña o no sueña el alma ignora, y el corazón se oprime, y conturbado pregúntase, oh Señor, si el “Olvidado” será feliz ahora! |
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