El lunes me pasé oteando la libertad
paraje anegado desde la asolación,
14 días de claustro y responsabilidad colectiva
secando mi secreción.
mis pies porfiaban por viento fresco:
quisiera asir labios ajenos
emborronar banquetas con bosquejos
mapas sonoros que delaten besos,
formas escondidas entre la nieve y la ciudad,
Verme glorioso entre brazos
parece una quimera no más.
El asfalto resuena proceloso,
mis orejas son un lupanar,
una bandada de cuervos
describen la serendipia,
dos amigos que rizan mis ánimos,
calmando la oscuridad de la mar.
Las persianas las volví un socaire
frente a la mirada postindustrial,
me permiten afufar con mis canciones,
bañarme en mis propios pleonasmos míos,
píos de inmadurez y estupor a la vez.
Una multitud votiva se reúne en el espejo,
me exigen cuentas por los años vividos,
resuelven sortilegios contradictorios,
faros del inframundo interno,
símbolos oníricos escriben facturas sempiternas,
luces se escapan entre grietas,
pregonando un ritmo apenas audible:
gritar entre el silencio absorto
cocer un aspaviento a pura sonrisa,
cuánta algarabía regala un reencuentro,
cuánto torpor aguanta un músculo,
cuántas formas nos desnudan sin resistencia,
cómo construir pirámides del amor,
el yo es un otro,
he allí … (¿?)
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